Las urnas han hablado en Irán tras un trágico accidente que marcó un punto de inflexión en la política del país. Con la muerte del expresidente Ibrahim Raisi en un fatal accidente de helicóptero en mayo, se desencadenó un nuevo proceso político en la República Islámica. Después de dos décadas, los reformistas liderados por Masoud Pezeshkian lograron un hito al colocar a un líder fuera del establishment conservador en la silla del Poder Ejecutivo.
Masoud Pezeshkian, un destacado cirujano cardíaco y veterano del Parlamento, emergió como el nuevo presidente de Irán después de superar a su rival conservador de línea dura, Saíd Jalilí. La proclamación de Pezeshkian, de 70 años, llegó después de que las autoridades confirmaran que obtuvo el 53,3% de más de 30 millones de votos escrutados en la segunda vuelta de las elecciones. Jalilí, por su parte, consiguió el 44,3% de los votos.
Al aceptar la victoria, Pezeshkian expresó optimismo en redes sociales al escribir: “Las elecciones han concluido y esto marca solo el comienzo de nuestra alianza”.
¿Quién es Masoud Pezeshkian?
Masoud Pezeshkian, de 70 años, es el nuevo presidente de Irán. Cirujano cardíaco y miembro del Parlamento, ha sido una figura destacada tanto en la medicina como en la política. Su carrera ha estado marcada por una combinación de experiencia técnica y un enfoque reformista que desafía las normas de la República Islámica. Nacido en Mahabad, una ciudad en el oeste de Irán con una población mayoritariamente kurda, Pezeshkian tiene un trasfondo étnicamente diverso con un padre azerí y una madre kurda. Habla varios idiomas, incluyendo farsi, azerí, kurdo y algo de árabe, lo cual ha influenciado su visión política y su enfoque hacia los derechos étnicos como medio para mantener la unidad nacional.
Antes de incursionar en la política, Pezeshkian se dedicó a la medicina y la enseñanza. Fue decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tabriz y posteriormente se especializó en cardiología y cirugía cardíaca. Durante su mandato como ministro de Salud entre 2001 y 2005, bajo el gobierno de Mohammad Khatami, implementó varias reformas significativas.
Su vida personal ha estado marcada por la tragedia; hace 30 años, perdió a su esposa y a su hijo menor en un accidente automovilístico, un evento que lo afectó profundamente y del cual aún habla con emoción. Su hija Zahra, quien tiene una maestría en química, es una de sus principales asesoras políticas y lo acompañó cuando se registró para la candidatura presidencial.
Pezeshkian ha sido un crítico vocal de la policía moral de Irán y ha prometido poner fin al aislamiento internacional del país. Durante su campaña, enfatizó la necesidad de “negociaciones constructivas” con las potencias occidentales para renovar el acuerdo nuclear de 2015. A pesar de sus inclinaciones reformistas, ha dejado claro su respeto a las decisiones del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, al afirmar durante su campaña: “Soy un principista (una persona apegada a los conceptos que sostienen a la República Islámica) y desde esos principios buscamos reformas”.
Su entrada en la política se dio en 2006 como diputado por Tabriz, y ha construido una base popular sólida a lo largo de varias elecciones. Su primera candidatura presidencial en 2013 fue retirada para apoyar a otro aspirante, y en 2021 fue descalificado por el Consejo de Guardianes. Sin embargo, esto no lo detuvo y continuó abogando por reformas, ganándose el respaldo de figuras prominentes como Mehdí Karrubí y Mohammad Khatami.
Mehdí Karrubí, un clérigo y político iraní, es conocido por su postura reformista y su lucha por los derechos civiles y políticos en Irán. Fue presidente del Parlamento iraní y se postuló para la presidencia en 2009, unas elecciones muy controvertidas que llevaron a protestas masivas. Desde entonces, Karrubí ha estado bajo arresto domiciliario debido a su papel en estas protestas y su continua oposición al régimen conservador. Por su parte, el expresidente Mohammad Khatami entre 1997 a 2005 y es considerado el primer presidente reformista de la República Islámica. Su gobierno se caracterizó por esfuerzos para liberalizar la sociedad iraní, mejorar los derechos civiles y fomentar un mayor diálogo con Occidente. Aunque ha estado relativamente silencioso en la política iraní reciente, su respaldo a Pezeshkian ha sido un impulso significativo para la campaña reformista.
En la reciente campaña presidencial, los analistas afirmaron que Pezeshkian logró captar la atención del público con su integridad y humildad, prometiendo unir a un país profundamente dividido. A pesar de la baja participación electoral, su victoria se considera un testimonio de su capacidad para conectar con los votantes iraníes. Ahora, enfrentará el desafío de reconciliarse con el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y navegar las complejidades de la política iraní, mientras busca implementar sus promesas de reforma y apertura internacional. Su elección representa un nuevo capítulo en la política iraní, uno que podría traer cambios fundamentales tanto a nivel nacional como internacional.
Entre la apatía y las promesas de reforma
Las recientes elecciones presidenciales en Irán no escaparon a la baja participación que ha caracterizado al país en los últimos años. En la primera vuelta, celebrada el 28 de junio, solo el 40% de los votantes acudieron a las urnas, marcando un mínimo histórico desde la fundación de la República Islámica en 1979. Este fenómeno refleja un profundo desencanto de la población hacia el sistema político y las opciones presentadas, exacerbado por años de desafíos económicos y sociales. La segunda vuelta, sin embargo, mostró una mejora significativa con una participación del 49%, lo que sugiere un despertar político entre los iraníes ante la importancia de elegir un nuevo líder tras la repentina muerte de Ibrahim Raisi.
Las elecciones en Irán se dieron en un contexto marcado por un amplio descontento social y la demanda urgente de reformas profundas. Irán ha enfrentado una serie de crisis económicas y políticas, exacerbadas por las sanciones internacionales y la gestión gubernamental interna. Las protestas de 2022, desencadenadas por la muerte de Mahsa Amini en custodia policial, han agitado aún más las aguas políticas, alimentando un llamado generalizado a revisar los aspectos más rígidos del sistema político y social del país.
El 2022 se transformó para Irán en un punto de quiebre entre la sociedad y el establishment tradicional de la República Islámica, desde este punto varios analistas concuerdan que se configuró un “sin retorno” entre aquellos que abogan mantener los dogmas del sistema y quienes emergieron de las principales ciudades con la necesidad de cambios estructurales.
A nivel internacional, las relaciones de Irán han oscilado entre períodos de acercamiento y distanciamiento con Occidente, especialmente en torno al JCPOA. La retirada unilateral de Estados Unidos en 2018 bajo la administración Trump fue percibida en Irán como un acto de traición, exacerbando la desconfianza hacia las potencias occidentales y obstaculizando los esfuerzos por normalizar las relaciones. Pezeshkian, emergió con una plataforma que promete poner fin al aislamiento del país y buscar negociaciones constructivas con potencias occidentales.
Durante su campaña presidencial, Pezeshkian se comprometió firmemente a renovar el acuerdo nuclear de 2015, bajo el cual Irán aceptó limitar su programa nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones occidentales. Sus declaraciones han generado expectativas significativas dentro y fuera de Irán sobre la posibilidad de una nueva era de diplomacia constructiva y relaciones internacionales más estables.
¿El camino hacia la reforma?
Masoud Pezeshkian se enfrenta a un desafío monumental al intentar encaminar el profundo descontento social y político en Irán. Su victoria electoral representa un llamado urgente a revisar los pilares fundamentales del sistema político y social de la República Islámica, pero transformar las promesas de campaña en cambios tangibles será una tarea ardua y compleja. Pezeshkian tendrá que navegar con habilidad las divisiones internas y las expectativas divergentes de una sociedad iraní cansada de años de estancamiento y represión, mientras busca reconciliar intereses variados y a menudo contradictorios.
La capacidad de Masoud Pezeshkian para cambiar el curso de las relaciones internacionales de Irán será crucial para su presidencia. Prometiendo buscar “negociaciones constructivas” y renovar el acuerdo nuclear de 2015, Pezeshkian ha generado expectativas significativas. Sin embargo, enfrentará la desconfianza arraigada hacia Occidente y las profundas divisiones internas y externas en el plano geopolítico que han caracterizado las relaciones internacionales de Irán.
Con Pezeshkian asumiendo la presidencia, se abre una nueva ventana de oportunidad para Irán en el escenario local e internacional. Sin embargo, el desafío será transformar las promesas electorales en acciones concretas que aborden las demandas y económicas de una población diversa y exigente. El camino hacia la estabilidad y el progreso en Irán sigue siendo incierto, pero la elección de Pezeshkian marca un punto de inflexión decisivo en la historia política de la República Islámica, lograr un equilibrio entre los intereses nacionales e internacionales será esencial para romper con décadas de aislamiento y abrir una nueva era en la política iraní.
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Créditos de las imágenes: IRNA
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