El 17 de mayo, China y Camboya iniciaron el ejercicio militar conjunto “Dragón Dorado 2025”, una operación bilateral centrada en misiones antiterroristas y en asistencia humanitaria ante catástrofes naturales.

Una novedad destacada en la edición actual es la utilización por primera vez del Centro Conjunto de Logística y Entrenamiento China-Camboya, recientemente establecido en la Base Naval de Ream, ubicada en el litoral camboyano sobre el Golfo de Tailandia.
Este emplazamiento, cuya relevancia geoestratégica es evidente —situado a menos de 1.000 km del Estrecho de Malaca y del archipiélago de Nansha—, ha estado en el centro del escrutinio occidental, particularmente por parte de Estados Unidos.
Ream como epicentro de una controversia narrativa
La participación de China en la modernización de la Base Naval de Ream ha suscitado acusaciones desde Washington sobre la posibilidad de un uso exclusivo del puerto por parte del Ejército Popular de Liberación. No obstante, tanto el gobierno camboyano como las acciones diplomáticas recientes contradicen esa afirmación.

Además, la apertura del ejercicio a observadores militares de Estados Unidos, Rusia, Francia y Alemania refuerza la intención de Camboya de mostrar una política exterior balanceada y evitar alineamientos unilaterales. Esta dinámica busca reducir tensiones externas y promover la percepción de neutralidad activa en un entorno regional caracterizado por la competencia entre grandes potencias.
Progresiva institucionalización de los ejercicios China–ASEAN
El “Dragón Dorado” se enmarca en una tendencia creciente de ejercicios bilaterales y multilaterales entre China y varios Estados miembros de la ASEAN, ya que, antes de la presente edición con Camboya, China había realizado maniobras conjuntas con Singapur y Tailandia, en un formato orientado a la cooperación práctica en áreas no controversiales como operaciones marítimas de búsqueda y rescate y lucha contra amenazas no convencionales.

Ejercicios como el Balikatan entre Washington y Manila incluyen componentes ofensivos y escenifican escenarios de confrontación directa, en algunos casos explícitamente referidos al estrecho de Taiwán o al Mar de China Meridional, este despliegue de capacidades, aunque justificado como disuasivo, tiende a exacerbar las tensiones estratégicas e incrementa el riesgo de una carrera armamentística en el Indo-Pacífico.
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