El pasado lunes 14 de abril, un comunicado proveniente de la Casa Blanca reveló las exigencias impuestas por el gobierno a las universidades estadounidenses de élite con el objetivo de realizar una reestructuración radical de las mismas, para combatir lo que Trump entiende como politización de ideologías de izquierda o “ideología woke”, amenazando a estas instituciones de reducir y congelar millones de dólares de financiación pública a las mismas.
Entre las universidades afectadas encontramos a Harvard, que fue la primera gran universidad que se alzó en contra de las peticiones del gobierno y sufrió, en consecuencia, el congelamiento de más de US$2.000 millones en fondos federales destinados a su financiación.
“La Universidad no renunciará a su independencia ni a sus derechos constitucionales”, escribió el presidente de Harvard, Alan Garber, en un mensaje público a la comunidad. Añadió: “Ningún gobierno, independientemente del partido en el poder, debería dictar qué pueden enseñar las universidades privadas, a quiénes pueden admitir y contratar, y qué áreas de estudio e investigación pueden desarrollar”.

El gobierno de Trump había exigido a esta prestigiosa universidad modificaciones en sus estrategias de contratación y admisión, así como también sus prácticas de enseñanza con el objetivo del combate contra el antisemitismo, las cuales tendría que cumplir para mantener su relación de financiación con el gobierno federal.
Frente al rechazo de las exigencias del gobierno por parte de Harvard, Trump compartió en redes sociales el pasado martes 15 de abril un comunicado que amenazaba con avanzar también sobre políticas de privilegios fiscales de este establecimiento, cuya pérdida podría costarle a la institución millones de dólares cada año.
Además, el presidente estadounidense amenazó también con prohibirle a la universidad la inscripción de estudiantes extranjeros, quienes constituyen más del 27% de los inscriptos de este año.
“Harvard ya no puede considerarse ni siquiera un lugar decente de aprendizaje, y no debe considerarse en ninguna lista de las grandes universidades o colegios del mundo”, escribió Trump en su plataforma Truth Social el pasado miércoles 16 de abril. “Harvard es una BROMA, enseña odio y estupidez, y ya no debería recibir fondos federales”, añadió.
El gobierno estadounidense ha tomado medidas adicionales que incluyen congelar la financiación de la investigación en varias instituciones, colaboraciones que se remontan a la Segunda Guerra Mundial y han permitido desarrollar estudios de innovación, dispositivos y tratamientos, entre otros descubrimientos, que han caracterizado e influido de lleno en el desarrollo del mundo moderno. Entre estos se encuentran vacunas, computadoras, inteligencia artificial, tratamientos para enfermedades, entre otros, que han producido nuevos productos, empleo y empresas.

“La libertad de pensamiento e investigación, junto con el compromiso permanente del gobierno de respetarla y protegerla, ha permitido a las universidades contribuir de manera vital a una sociedad libre y a una vida más sana y próspera para las personas de todo el mundo”, afirmó Garber en su mensaje a la comunidad. “Todos compartimos el interés de salvaguardar esa libertad”.
Harvard no fue la única universidad afectaba por las políticas del gobierno estadounidense. Las universidades de Cornell, Princeton, Northwestern y Brown, entre otras, también sufrieron el congelamiento de hasta US$1.000 millones en fondos, además de la suspensión de becas de investigación valuadas en millones de dólares.
Especialistas coinciden en que los recortes promovidos por el gobierno de Trump podrían comprometer la continuidad de programas de investigación cruciales que las universidades preparaban desde hacía tiempo, además de generar una posible fuga de cerebros.
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