Últimamente, la región conocida como el Sahel –en el centro del continente africano- se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos a nivel global. A la ya alarmante presencia de bandas criminales dedicadas al contrabando y al secuestro extorsivo, y a la constante amenaza que representan los distintos grupos terroristas yihadistas que habitan la zona, en los últimos años, se le ha sumado otro elemento que complica aún más el control efectivo de la región por parte de los gobiernos locales. Hablamos del narcotráfico.
Así es que, el tráfico de drogas, pese a tratarse de un fenómeno que se encuentra estrictamente relacionado con países sudamericanos, últimamente ha conseguido hacerse un lugar en el centro del continente africano. De esta manera, los países que integran el área mencionada (Burkina Faso, Chad, Mali, Níger y Mauritania) se han convertido en la nueva vía por la cual los estupefacientes arriban al norte de África (Magreb), sirviendo así de escala para luego desembarcar en el Viejo Continente, como destino final.
Al hablar de razones que pudieran facilitar el tráfico de drogas, en todo caso, tratar de identificarlas, podemos percibir la existencia de -por lo menos- dos grandes factores que podrían estar asociados a la causa de este creciente aumento del narcotráfico en la región. Por un lado, podemos atribuirle cierto protagonismo a la particular ubicación geográfica del Sahel, la cual lo convierte en una escala prácticamente natural para la cocaína producida en Sudamérica con destino a Europa. No obstante, el escaso control por parte de las autoridades locales juega un rol importante y claramente se trata de un factor que no contribuye nada positivo a la situación del narcotráfico que parece ir en aumento. En este sentido, cabe aclarar que los gobiernos de los países pertenecientes a la región se ven en la obligación de lidiar constantemente con la presencia de grupos rebeldes ligados al contrabando, a la extracción de oro, al robo de ganado y al secuestro extorsivo; como así también a distintas organizaciones yihadistas –en algunos casos más armadas que los propios ejércitos- que desde hace años expanden el terror por toda el área mencionada, entre las que podríamos citar a Boko Haram, a Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimin (JNIM), ligada a Al Qaeda ,y a ISWAP –la filial de ISIS en África-.
Otro elemento al que no podemos hacer caso omiso y que se encuentra también relacionado a lo recientemente explicado es la corrupción incesante en el Sahel. Esto salió a la luz tras las diversas incautaciones y arrestos que expusieron una gran red de individuos, entre los que se destacan jefes comunitarios como así también, líderes de grupos armados o rebeldes y –para sorpresa o no de los lectores- varios personajes vinculados a la elite política africana.
Según el reciente informe publicado por la Oficina de la ONU sobre Drogas y Delincuencia (cuyas siglas en inglés corresponden a UNODC), la resina de cannabis, la cocaína y opiáceos son los tipos de droga más incautadas a nivel internacional, estando la cocaína por encima del resto.
El terrorismo yihadista y el narcotráfico caminan de la mano
Tal como pudimos analizar en artículos anteriores, el terrorismo yihadista se encuentra arraigado con firmeza en el Sahel desde hace años. A tal punto que el Institute for Economics & Peace que analiza el impacto del terrorismo a nivel global, en su informe denominado Global Terrorism Index 2024 (GTI) ha catalogado al Sahel como la región más afectada por el fenómeno del terrorismo a nivel mundial, con un 26% de los ataques registrados en el área que comprende. Mientras que Burkina Faso, se ha convertido en el país con el mayor número de muertes a causa del terrorismo por segundo año consecutivo, logrando desplazar así, a varios países de Medio Oriente que, durante muchos años, lideraron el ranking de los países con más atentados terroristas a nivel global como, por ejemplo, Iraq y el siempre polémico Afganistán.
A nivel regional, otras de las grandes preocupaciones que existen si de terrorismo hablamos, es el desplazamiento de las organizaciones yihadistas vinculadas tanto a Al Qaeda como a ISIS hacia el sur, región conocida como el “Golfo de Guinea”. Así lo expresó el responsable de la lucha antiterrorista de la ONU, Vladimir Voronkov, en la Reunión Africana de Alto Nivel contra el Terrorismo, que tuvo lugar en Nigeria a fines del mes de abril.
Un horizonte cuesta arriba
Tal como anticipamos, el terrorismo yihadista presente en el Sahel constituye uno de los principales problemas que preocupan a los gobiernos de la región, no solo debido a la altísima tasa de mortalidad relacionada con los ataques y atentados terroristas, sino también por su inminente expansión que parece difícil de controlar.
Sin embargo –y como si esto no sería suficiente- en los últimos meses, la consolidación del tráfico de drogas en la región del Sahel ha activado la alarma de las autoridades de aquellos países involucrados y de distintas organizaciones internacionales que buscan la manera de detener este flujo que, al igual que el terrorismo, circula en constante ascenso.
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