El Gobierno Nacional oficializó la aprobación de una nueva Política de Inteligencia Nacional, la primera en dos décadas, que redefine los lineamientos estratégicos y los objetivos generales del Sistema de Inteligencia Nacional (SIN). La medida, anunciada en diciembre de 2025, busca consolidar un Estado moderno, seguro y soberano, bajo la conducción de la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE).
La última actualización de la política databa de principios de los años 2000. Desde entonces, el SIN atravesó un prolongado proceso de intervenciones y reformas institucionales que incluyeron la disolución de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y la creación de nuevos organismos especializados, como el Servicio de Inteligencia Argentino (SIA) y la Agencia Federal de Ciberseguridad (AFC).
La nueva política se presenta como un marco rector para orientar la labor de todo el sistema, en un contexto internacional caracterizado por disputas geopolíticas, amenazas híbridas y creciente competencia tecnológica. El documento establece seis objetivos centrales:
- Posicionar a la República Argentina en el plano internacional, fortaleciendo su soberanía discursiva y capacidad de negociación multilateral.
- Preservar la soberanía y la autonomía estratégica del país, mediante la protección del conocimiento nacional y la reducción de vulnerabilidades críticas.
- Proteger los recursos estratégicos e infraestructuras esenciales, con especial foco en el Atlántico Sur, la Antártida y la plataforma continental.
- Prevenir y combatir el terrorismo y el crimen organizado, incluyendo narcotráfico, trata de personas y tráfico de armas.
- Anticipar y contrarrestar amenazas en el ciberespacio, como ciberataques, campañas de desinformación y manipulación informativa.
- Neutralizar actividades de inteligencia externas que afecten los intereses nacionales, reforzando la contrainteligencia y la resiliencia institucional.
Cambios en la SIDE
Según la SIDE, la nueva política apunta a dotar al país de un sistema de inteligencia capaz de anticipar amenazas y proporcionar información oportuna a los máximos niveles de decisión. El objetivo es consolidar un Estado fundado en los valores de la libertad, con instituciones democráticas sólidas y capacidad de defensa frente a riesgos externos e internos.
Los nuevos cambios ocurren en un contexto de cambios dentro de la Secretaría. Esta semana, el presidente Javier Milei oficializó un cambio clave en la cúpula del área de inteligencia nacional: a través del Decreto 852/2025, publicado en el Boletín Oficial, dispuso el cese de Sergio Darío Neiffert como secretario de Inteligencia de Estado y designó en su lugar al contador público Cristian Ezequiel Auguadra.
El movimiento implica un reordenamiento interno, más que la llegada de una figura externa: Auguadra ya formaba parte de la estructura, a cargo del control interno de la DAI, y ahora pasa a conducir la Secretaría en reemplazo de Neiffert. Al tratarse de un área estratégica —vinculada a la producción de inteligencia para el Poder Ejecutivo y la coordinación con otras agencias de seguridad y defensa— el cambio consolida a un perfil técnico-contable en la cima del organismo, en línea con el estilo de Milei de colocar figuras de confianza con trayectoria en control y auditoría en puestos sensibles del Estado.
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