Ante la posibilidad de que los acusados por el atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina, acontecido el 18 de julio de 1994, puedan ser juzgados por la Justicia argentina, gracias a la nueva figura del juicio en ausencia, se concretó un nuevo dictamen fiscal y hay nuevos avances en la causa AMIA. En la acusación, se reproducen los argumentos del Fiscal Alberto Nisman, quien estuvo a cargo de la UFI AMIA, sosteniendo que el ataque fue realizado “con autorización, directivas y financiamiento de quienes por entonces se encontraban a cargo del gobierno de la República Islámica de Irán”. Su red de espionaje obtuvo un significativo apoyo de la Embajada de Irán en Argentina y la Consejería Cultural en Buenos Aires, dirigida por Mohsen Rabbani por aquel entonces.
En uno de los últimos dictámenes del Ministerio Público Fiscal, se establece que “Hadi Soleimanpour, desde su rol de embajador iraní en Buenos Aires, brindó el apoyo y la cobertura necesaria para que se lleve a cabo dentro de la sede diplomática la labor de inteligencia necesaria para avanzar con la operación”. Sin embargo, se estima que Mohsen Rabbani resultó ser un autor intelectual clave del atentado, a la vez que “el artífice principal de llevar adelante la logística del ataque”.
De hecho, en el dictamen se lo acusa de ser el principal artífice de la instalación de la estructura de espionaje, en el marco de la sede diplomática iraní en territorio porteño. A través de esta estructura de inteligencia, articulada por Rabbani a partir de su llegada a la Argentina, a principios de los ‘80, Irán contaba con las capacidades necesarias para planificar, organizar y ejecutar el atentado terrorista con éxito.
Rabbani también mantuvo un estrecho vínculo con los integrantes de Hezbollah en Latinoamérica, más precisamente con los acusados de cometer el atentado, que asistían a su mezquita en el barrio de Floresta. Cabe recordar que, la organización armada de origen libanés tuvo una marcada participación en la ejecución del ataque a la AMIA, en colaboración con el gobierno de Irán.

La investigación de la SIDE sobre Mohsen Rabbani
Cabe resaltar que, desde su llegada a la República Argentina el 27 de agosto de 1983, Mohsen Rabbani fue objeto de seguimiento por parte de los servicios de inteligencia locales, en el marco de la “Mesa S”, articulada por la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). El “Objetivo S” representaba un monitoreo activo de los países árabes y musulmanes con representación diplomática en el territorio argentino, como así también de mezquitas y de la representación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en el país. Mohsen Rabbani formaba parte de este monitoreo y sería seguido de cerca por la Secretaría de Inteligencia del Estado.
Tras el ataque terrorista contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, en el año 1992, la SIDE desplegó numerosas tareas de inteligencia y vigilancia sobre Rabbani y su entorno más cercano, incluyendo a los libaneses que asistían a su mezquita y que finalmente participarían en el próximo atentado terrorista contra el país y la comunidad judía que habita en el. Esta información se puede conocer, hoy en día, gracias a la desclasificación de documentación oficial sobre las tareas de vigilancia, inteligencia e infiltración que se realizaron en este período.
Estas tareas se intensificaron ante la alerta por la posibilidad de un nuevo ataque terrorista. De esta manera, la SIDE profundizó sus tareas de inteligencia y trabajó en conjunto con los servicios de inteligencia israelíes. De hecho, Alejandro Rua, abogado y autor de “30 días. La trama del atentado a la AMIA”, relata la intervención de la SIDE dispuesta por el Mossad, servicio de inteligencia del Estado de Israel, sobre los teléfonos de la Embajada de la República Islámica de Irán en Buenos Aires, más de un mes antes del atentado a la AMIA.
La sospecha que recaía sobre Rabbani era sumamente grande, ya que el mismo día del ataque a la AMIA, la SIDE intervino los teléfonos de los libaneses cercanos al entorno del mismo. De hecho, el líder iraní que dirigía la Consejería Cultural en Buenos Aires fue apuntado por la Secretaría de Inteligencia del Estado desde el primer momento como uno de los autores intelectuales y perpetradores del segundo atentado terrorista que sufrió la Argentina. Desde entonces, Mohsen Rabbani fue señalado como el responsable de articular la estructura de inteligencia que permitió la planificación y ejecución del atentado, como así también de organizar la logística del grupo operativo.

Alejandro Rua en su libro aborda las principales estrategias de la Secretaría de Inteligencia del Estado, tras el atentado, para dar con Rabbani. Entre ellas la que más se destaca es la infiltración de agentes, que llegaron a ganarse la confianza del líder iraní. Incluso, para ese tiempo, las autoridades de la SIDE llegaron a mantener al menos tres reuniones secretas con funcionarios iraníes, que continuaban desarrollando sus funciones en Buenos Aires, con el objetivo de lograr un acuerdo de intercambio de información.
De hecho, se conoció que a esas reuniones asistió el propio Mohsen Rabbani, a quien se le propusieron colaboraciones de inteligencia. Posteriormente, se sabría que estas mismas autoridades de la SIDE, participaron luego de otra operación de acercamiento a Rabbani para sacarlo del país, que tomaría el nombre de “Operación Cacerola”, y el imputado se iría del país en septiembre de 1997. En el año 2003, se dictaría la orden de captura internacional contra Rabbani.
Ahora con la incorporación de la nueva figura jurídica del juicio en ausencia, es posible juzgar a Rabbani y al resto de los imputados iraníes por la causa AMIA, y alcanzar la tan anhelada justicia. El Estado argentino debe procurar seguir por este camino y lograr el fin de este juicio, que lleva activo más de 20 años, sin condenados firmes y con un alto nivel de impunidad y corrupción, por parte de las autoridades judiciales y políticas del país, que han contribuido a entorpecer y enlentecer el proceso judicial. El país debe poder conocer la verdad de lo que sucedió ese 18 de julio de 1994, sin importar si esa verdad le incomoda a muchos.
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