En respuesta a las crecientes tensiones en la región del Indo-Pacífico, el Ejército de Estados Unidos intensifica su preparación para un posible conflicto con China. El mayor general Darrin Cox, comandante del 18.º Comando Médico del Ejército de EE.UU., destacó en una reciente conferencia citada desde Defense One, que en caso de guerra con China, es necesario adaptar las estrategias médicas en el campo de batalla.

Para abordar estos desafíos, el ejército amplió la duración del entrenamiento de los médicos de combate, enfocándose en habilidades como transfusiones de sangre en el terreno y cuidados prolongados sin acceso inmediato a instalaciones hospitalarias. La sargento mayor Jennifer Francis, asesora principal alistada del comando, señaló que estas capacidades permitirán extender el tiempo de supervivencia de los pacientes en situaciones donde la evacuación médica se retrase.
Las experiencias recientes en conflictos como el de Ucrania pusieron en evidencia la necesidad de revisar las prácticas médicas en combate. En ese contexto, Cox mencionó que “en Irak y Afganistán, se aplicaba un torniquete sin preocuparse, porque llegaría a tiempo a un hospital con capacidad avanzada. Eso no es lo que está ocurriendo en Ucrania ahora mismo”, indicando que las condiciones en el Indo-Pacífico podrían presentar desafíos similares.
Estados Unidos profundiza su alianza con socios para contrarrestar a China
Además del entrenamiento médico, el Ejército estadounidense está fortaleciendo sus alianzas mediante ejercicios conjuntos con países socios en la región. Estas maniobras buscan mejorar la interoperabilidad y la preparación ante escenarios de guerra de alta intensidad. La implementación de nodos distribuidos de comando y control y la construcción de centros de distribución de teatro conjuntos son parte de las estrategias para asegurar una respuesta eficaz en caso de conflicto.
Recientemente, Estados Unidos llevó a cabo una prueba de un misil balístico intercontinental (ICBM) Minuteman III desde la Base de la Fuerza Espacial Vandenberg en California. El misil, desarmado, pero con capacidad nuclear, recorrió aproximadamente 6.800 kilómetros hasta el atolón Kwajalein en las Islas Marshall.

Este lanzamiento se produce en un contexto de creciente tensión estratégica con Rusia y China. Rusia canceló recientemente una prueba de su misil balístico intercontinental RS-24 Yars, mientras que China realizó en septiembre de 2024 una prueba inusual de su misil DF-31AG desde la isla de Hainan, marcando su primer lanzamiento de este tipo en aguas internacionales desde 1980.
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