Mientras las fuerzas rusas continúan avanzando con el apoyo de Corea del Norte, la guerra en Ucrania acelera en Europa las negociaciones sobre posibles concesiones territoriales a Rusia para poner fin al conflicto. Este debate ha cobrado mayor urgencia tras el triunfo electoral de Donald Trump, quien ha afirmado que terminaría rápidamente con la guerra sin precisar detalles, dejando entrever que podría apoyar un acuerdo que permita a Rusia conservar parte de los territorios ocupados.
La discusión sobre las concesiones territoriales a Rusia
En Europa, las discusiones internas han sido impulsadas por la preocupante situación en el frente de batalla, donde las fuerzas ucranianas enfrentan una postura defensiva, junto con el temor a una reducción del apoyo financiero estadounidense.
Tanto funcionarios europeos como de la OTAN reconocen que la idea de concesiones territoriales ya no genera el rechazo que provocaba anteriormente. En lugar de presentar esto como “territorio por paz”, los diplomáticos prefieren plantearlo como territorio a cambio de la seguridad de Ucrania.
“Creo que todo el mundo ha llegado más o menos a esta conclusión. Es difícil decirlo públicamente porque sería una forma de decir que vamos a recompensar la agresión”, expresó Gérard Araud, ex embajador francés en Washington.
Todavía no está claro cómo se estructuraría un posible acuerdo, aunque los diplomáticos consideran diferentes versiones de “planes de paz” surgidos desde la invasión rusa de 2022. Con Rusia controlando aproximadamente una quinta parte del territorio ucraniano, incluidas regiones clave como Donbás y Crimea, un alto el fuego que congele las líneas actuales o trace una nueva línea de demarcación implicaría, en la práctica, la cesión de importantes áreas por parte de Ucrania.
Que significa la victoria de Trump para la guerra en Ucrania
La aceptación de que “las negociaciones podrían llegar antes” de lo anticipado, y que “incluirán concesiones de ambas partes”, ha crecido, según Camille Grand, ex secretario general adjunto de la OTAN y actual miembro del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Los líderes europeos se mantienen cautelosos respecto al enfoque que podría adoptar la administración de Trump, temiendo que un cambio en la política estadounidense obligue a Ucrania a aceptar un mal acuerdo mediante el recorte de la ayuda. En respuesta, han redoblado los esfuerzos para fortalecer a Ucrania, garantizando que tenga mayor influencia en caso de que se inicien las conversaciones. Además, intentan prepararse para un posible impulso de Trump hacia un acuerdo que podría redefinir las líneas de control actuales.
Mientras tanto, Trump, en una llamada con el presidente ruso Vladímir Putin, abordó brevemente el tema territorial, sugiriendo al líder ruso que no escalara el conflicto. En otro frente, Emmanuel Macron enfatizó que cualquier negociación deberá incluir concesiones significativas de Moscú y que “nada debe decidirse sobre Ucrania sin los ucranianos, ni sobre Europa sin los europeos”.
La victoria de Trump ha generado preocupación entre los países europeos, que han incrementado sus presupuestos de defensa y apoyo a Ucrania ante la posibilidad de cambios en la política de Estados Unidos. En este contexto, el secretario de Estado Antony Blinken viajó a Bruselas para coordinar estrategias con la OTAN y la UE, mientras Estados Unidos acelera los envíos de ayuda militar a Kiev antes del cambio de administración.
Ucrania aún busca la expulsión total del ejército ruso
Las conversaciones actuales consideran un posible alto el fuego basado en líneas de demarcación existentes, junto con garantías de seguridad occidentales, aunque sin un reconocimiento formal de las zonas ocupadas por Rusia. Sin embargo, persisten desacuerdos significativos entre los aliados europeos sobre qué garantías ofrecer, mientras Ucrania sigue buscando una invitación a la OTAN que no ha sido respaldada ni por Estados Unidos ni por Alemania, argumentando que la adhesión podría ser un factor clave para disuadir futuras agresiones rusas.
Rusia, por su parte, insiste en que no aceptará menos que la neutralidad total de Ucrania, descartando acuerdos que le permitan rearmarse. Además, exige recuperar por completo la región de Kursk antes de considerar cualquier negociación. Este enfoque genera escepticismo en Kiev, que teme repetir los errores de los acuerdos de Minsk de 2014-2015, que solo dieron tiempo a Rusia para fortalecer su posición militar.
El asesor presidencial ucraniano, Mykhailo Podolyak, ha advertido que forzar a Ucrania a negociar en términos desfavorables equivale a exigir que “renuncie a su resistencia”, subrayando que cualquier solución debe responsabilizar al agresor y no únicamente a la víctima.
La postura oficial de Ucrania sigue siendo la recuperación total de su territorio, una posición respaldada por la mayoría de la población, aunque las encuestas reflejan un aumento gradual en el número de personas dispuestas a aceptar concesiones territoriales como parte de un acuerdo de paz. Una reciente encuesta del Instituto Internacional de Sociología de Kiev indica que el 58% de los ucranianos se opone firmemente a ceder tierras, mientras que un 32% estaría dispuesto a considerar ciertas concesiones, triplicando la cifra registrada al inicio del conflicto.
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