El accionar de China, Taiwán y Estados Unidos, estaría impulsando a la región al borde de un guerra real, afirman analistas de Foreign Policy. ¿El momento bisagra? La reunión entre la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, y el entonces presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Kevin McCarthy, el 5 de abril de 2023. Esto desató una serie de respuestas militares por parte de China, incluyendo ejercicios militares y despliegue de buques de guerra.
A pesar de las advertencias y protestas de China, tanto Taiwán como Estados Unidos consideraron necesaria la reunión entre Tsai Ing-wen y Kevin McCarthy para demostrar su independencia y soberanía frente a las presiones chinas. Sin embargo, esta demostración de fuerza desencadenó una serie de acciones militares, que profundizaron el riesgo de un conflicto armado en la región, junto con una insensibilidad al riesgo real de guerra tanto por parte de ambas potencias.
La normalización de la actividad militar en la región configuró una suerte de clima de tensión constante, donde las demostraciones de fuerza se volvieron cada vez más comunes. Esto se evidenció en el aumento de los ejercicios militares conjuntos entre Estados Unidos y Filipinas, destinados a mostrar a China no sólo la presencia de otros actores en una región estratégica sino el firme interés de Washington en sostener – y ampliar – su esfera de influencia en pos de sus intereses nacionales.
En este contexto, tanto China como Estados Unidos están inmersos en políticas patrióticas y militarizadas, lo que impulsó la adopción de posturas cada vez más duras y confrontativas. Sin embargo, esta militarización de la política exterior redujo el margen de error a prácticamente cero, lo que aumenta el riesgo de un enfrentamiento armado entre las dos grandes potencias mundiales.
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Fuente: Foreign Policy
