La autorización del Gobierno argentino para que China Eastern Airlines opere vuelos regulares entre Argentina y la República Popular China consolida un puente directo entre Buenos Aires y Shanghái que, con una duración operativa de 25 horas y escala técnica en Auckland, se convertirá en el vuelo comercial más largo del mundo. La decisión, formalizada a través de la Disposición 42/2025 de la Subsecretaría de Transporte Aéreo, se inscribe en el marco de la política de “cielos abiertos” y en el acuerdo bilateral de servicios aéreos vigente entre ambos países desde 2004.

La ruta, que en los hechos conectará el aeropuerto internacional de Ezeiza con el hub de Shanghái, tendrá dos frecuencias semanales y combinará transporte de pasajeros y carga. Los pasajes se ubican en una franja de entre 1.746 y 1.983 dólares por tramo, mientras que la escala técnica en Auckland se realizará con los pasajeros a bordo, sin desembarque.
Un corredor estratégico entre Ezeiza y el corazón productivo de China
Desde hace tres meses, Ezeiza viene ajustando su dispositivo operativo ante la expectativa de un “boom” de turistas chinos y un aumento del tráfico hacia Asia. Y aunque la resolución técnica habla de “puntos en China, puntos intermedios y puntos en la Argentina”, en el mercado aeronáutico nadie duda de que el objetivo es unir directamente Shanghái con Buenos Aires. Se trata de una distancia cercana a los 19.600 kilómetros, que transformará a esta ruta en la más extensa del mundo en servicio regular. Para la Argentina, supone pasar de una conectividad fragmentada con Asia –dependiente de múltiples escalas en Europa o Estados Unidos– a un corredor directo, con implicancias logísticas, comerciales y estratégicas de primer orden.

China es hoy uno de los tres principales socios comerciales del país, junto con Estados Unidos y Brasil. La habilitación de vuelos regulares de pasajeros y carga tiene el potencial de reducir costos logísticos y tiempos de tránsito para exportaciones e importaciones, particularmente en segmentos de alto valor agregado o sensibles al tiempo –como productos farmacéuticos, alimentos frescos, tecnología o bienes de capital–. A la vez, ofrece una puerta de entrada directa para el turismo, los negocios y la diplomacia económica, en un momento en que Buenos Aires busca reposicionarse en el mapa de hubs regionales frente a la competencia de Santiago, São Paulo y Lima.
Oportunidades y desafíos para Argentina
Desde la perspectiva argentina, el vuelo más largo del mundo es a la vez una oportunidad y un test. Es una oportunidad porque integra al país de manera más directa a la red global de tráfico aéreo y al corazón de la economía asiática, con potencial para atraer inversiones, turistas y nuevas cadenas de valor. Pero también es un test en términos de infraestructura, regulación y seguridad operacional: sostener una ruta de 25 horas con escala técnica y doble frecuencia semanal exige estándares elevados en Ezeiza, una coordinación fina con la ANAC y una política clara sobre cielos abiertos que equilibre la llegada de nuevos jugadores con la situación de las compañías locales.
En el plano estratégico, la autorización se apoya en el marco bilateral consolidado por el Acuerdo de Servicios Aéreos aprobado en 2004 y el Acta de Entendimiento firmada ese mismo año. A partir de allí, China y Argentina profundizaron un vínculo que incluye cooperación financiera, proyectos de infraestructura, acuerdos energéticos y presencia creciente de empresas chinas en sectores críticos.
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