La dinámica comercial en una de las principales fronteras del norte argentino, entre Bermejo (Bolivia) y Aguas Blancas (Argentina), atraviesa una fuerte desaceleración. Hasta hace pocas semanas, miles de argentinos cruzaban diariamente para abastecerse de alimentos, ropa y electrodomésticos en Bolivia, aprovechando la ventaja cambiaria.
Sin embargo, recientes operativos de decomiso y control migratorio por parte de la Gendarmería argentina han reducido drásticamente ese flujo, afectando tanto al comercio informal como al formal en la región. La vicepresidenta del Comité Cívico de Bermejo, Nathalie Gálvez, denunció que el comercio cayó un 70% desde fines de agosto, cuando se intensificaron los controles en el lado argentino.
Caída del comercio y contrabando a la inversa
La funcionaria afirmó que, paradójicamente, la devaluación del boliviano había generado un fenómeno de “contrabando a la inversa”, con productos de Bermejo y todo el país ingresando masivamente a Argentina. Este flujo ahora se ve interrumpido por los decomisos y la exigencia de trámites migratorios, lo que ha silenciado la actividad comercial en la zona.
Desde El Estratégico venimos documentando el fenómeno del turismo de compras y el crecimiento del contrabando en la frontera norte argentina desde hace meses. En agosto, Aguas Blancas se había convertido en epicentro de esta dinámica, con más de 15.000 vehículos diarios cruzando hacia Bolivia para adquirir productos hasta un 40% más baratos.
Este flujo masivo incentivó la construcción de más de 50 pasos ilegales, utilizados por redes informales y organizaciones criminales para eludir los controles aduaneros. La informalidad comenzó a institucionalizarse: incluso se detectaron peajes clandestinos cobrados por particulares a contrabandistas, y colectivos turísticos que transportaban mercadería sin documentación por valores millonarios.
Lo que comenzó como una ventaja cambiaria se transformó en una crisis estructural. Los reclamos comenzaron a surgir, principalmente por el llamado “turismo de compras”. Los comerciantes argentinos denunciaban el éxodo de argentinos viajando a Bolivia para comprar mercadería, lo que erosionaba la competitividad comercial local.
Estrategias gubernamentales para intensificar el control fronterizo
La situación comercial en las fronteras del norte del país comenzó a poner en jaque la capacidad del Estado para controlar el tránsito fronterizo. En ese contexto, y ante el colapso comercial y el avance del contrabando, los ministerios de Defensa y Seguridad Nacional lanzaron una estrategia conjunta para recuperar el control en las Zonas de Seguridad de Frontera.
En su momento, a través de la Resolución Conjunta 68/2025, se habilitó a las Fuerzas Armadas a colaborar con las fuerzas federales en tareas de vigilancia, logística y asistencia operacional, en el marco del Decreto 1112/24 y la Ley de Seguridad Interior N° 24.059. El plan contemplaba despliegues interagenciales en zonas rurales y no habilitadas como pasos oficiales, con protocolos compartidos, informes semanales y supervisión permanente.
La medida puso a cargo al Estado Mayor Conjunto y a representantes de ambas carteras, además de incluir el despliegue de fuerzas de seguridad en pasos fronterizos como Aguas Blancas–Bermejo para frenar el tráfico informal de mercancías y personas.
Si bien ahora el tráfico comercial se redujo, desde distintos sectores comenzaron a cuestionar que el Gobierno impulsara el refuerzo de los controles sin abordar el fenómeno del turismo de compras. Puntualmente, porque la situación evidenciaba que el problema no era sólo de seguridad, sino también de una política macroeconómica y comercial frágil.
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