Mientras el Corredor Bioceánico avanza como uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos del Cono Sur, analistas advierten que la obra también podría abrir nuevas oportunidades para el crimen transnacional. La advertencia surge en un momento de expansión logística de las principales facciones criminales brasileñas —el Comando Vermelho (CV) y el Primer Comando Capital (PCC)—, que ya operan en Paraguay y el norte argentino con un nivel de articulación sin precedentes.

El corredor conecta los puertos del Atlántico y del Pacífico a través de Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, consolidándose como una vía clave para el comercio y el transporte de carga regional. Pero, como advierte la analista Laura Etcharrem, su potencial económico viene acompañado de riesgos: “Como todo polo comercial, el corredor tiene ventajas y vulnerabilidades. El PCC ya las vio”, señaló en declaraciones recientes.
El papel de Paraguay y la interdependencia regional
Etcharrem subraya que Paraguay ocupa un punto neurálgico dentro de las rutas del crimen organizado, tanto por su ubicación en el eje del tráfico transfronterizo como por la fragilidad institucional en zonas de frontera. En sus palabras, podría convertirse en la nueva “hidrovía 2026”, con dinámicas propias y en conflicto con los intereses de las organizaciones narcocriminales que ya utilizan la minería como “vía de lavado de activos”, advirtió.
La analista sostiene que la expansión del corredor debe ser evaluada no solo desde la perspectiva económica, sino también desde una lectura de seguridad transnacional. “Argentina no puede pensarse sin Paraguay, y viceversa. La frontera norte es un espacio de integración cultural, pero también de interconexión criminal”, destacó.
La diversificación criminal
Actualmente, el Comando Vermelho controla cultivos de marihuana y rutas de exportación en los departamentos paraguayos de Alto Paraná, Canindeyú y Caaguazú, mientras Paraguay se consolida como hub logístico de cocaína que fluye desde Bolivia hacia Brasil y Europa. Etcharrem explicó que las relaciones entre las facciones brasileñas y las estructuras locales paraguayas se extienden desde la Triple Frontera hasta el Chaco, con acuerdos que permiten la entrada y salida de cargamentos, e incluso la fusión parcial de recursos financieros.

Para las organizaciones criminales, el narcotráfico ya no es el fin, sino un medio, porque el proyecto de poder de ambos grupos es el lavado de activos. “La minería ilegal y las zonas francas opacas se han vuelto el nuevo frente económico del crimen organizado”, explica Etcharrem.
En este contexto, la especialista advierte que existe el desafío de anticiparse a un posible uso dual del corredor bioceánico: como vía de integración regional o como infraestructura de alto valor estratégico para redes delictivas. Principalmente, porque puede convertirse en una “vía de desarrollo” o una “autopista del crimen”.
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