Detalles del mayor ataque aéreo en la historia de la Armada de EE.UU., protagonizado por el portaaviones USS Harry S. Truman

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La Armada de Estados Unidos ejecutó el mayor ataque aéreo desde un portaaviones en términos de tonelaje de munición empleada. La operación se realizó el 1 de febrero de 2025 desde el portaaviones clase Nimitz USS Harry S. Truman, cuando 16 cazabombarderos F/A-18 Super Hornet lanzaron más de 56.000 kilogramos de explosivos contra blancos del grupo Estado Islámico en Somalia (ISIS-Somalia).

La acción se llevó a cabo en coordinación con el gobierno federal somalí, y tuvo como objetivo una red de cuevas localizadas aproximadamente 80 kilómetros al sureste de Bosaso, utilizadas como centros de mando y refugio por altos mandos del grupo terrorista. Según el Comando África de Estados Unidos (AFRICOM), el ataque resultó en la neutralización de al menos 14 combatientes, incluyendo a Ahmed Maeleninine, considerado operador clave en tareas de reclutamiento y proyección de células hacia Europa y Estados Unidos.

Capacidad de proyección aérea

El aspecto más destacado de la operación radica en su ejecución por una sola ala aérea embarcada. A diferencia de acciones previas de gran escala, como las de la Operación Tormenta del Desierto, que requirieron múltiples portaaviones y alas combinadas, este ataque fue conducido exclusivamente por el Carrier Air Wing 1 del USS Truman. En menos de dos minutos, 27 aeronaves fueron lanzadas en un operativo altamente sincronizado, evidenciando un grado de capacidad táctica y operativa sin precedentes.

Despliegue estratégico en el Mar Rojo y operaciones contra los hutíes

El USS Harry S. Truman arribó al Mar Rojo en diciembre de 2024 para brindar apoyo aéreo en respuesta a las amenazas del grupo hutí en Yemen, respaldado por Irán. Desde entonces, el grupo de ataque embarcado –compuesto por ocho escuadrones aéreos y escoltas de superficie– ejecutó más de 13.000 salidas y utilizó más de 1,1 millones de libras de municiones, impactando más de 1.100 objetivos enemigos.

Durante este período, las fuerzas estadounidenses interceptaron más de 160 amenazas aéreas, incluyendo misiles y vehículos aéreos no tripulados lanzados por los hutíes. La presencia sostenida del Truman fue clave para contener ataques sobre rutas marítimas críticas, así como para reforzar la disuasión regional en un contexto de creciente volatilidad.

“El peligro que representan los hutíes ha sido subestimado durante demasiado tiempo. No son una superpotencia, pero su capacidad ofensiva es real y ha demostrado ser letal”, advirtió el almirante James Kilby durante una conferencia del Consejo de Relaciones Exteriores.

Fallos operativos durante el despliegue

Pese a su relevancia estratégica, el portaaviones enfrentó diversos incidentes durante su misión. En diciembre, un cazabombardero F/A-18 fue derribado por fuego amigo desde el crucero lanzamisiles USS Gettysburg. En febrero, la nave colisionó con un buque mercante civil cerca de Port Said, lo que derivó en la remoción de su comandante.

A finales de abril y nuevamente en mayo, dos aeronaves cayeron al mar: una durante maniobras en el hangar y otra tras un fallo en el sistema de cables de detención al aterrizar. En ambos casos, las tripulaciones lograron eyectarse sin consecuencias fatales.

Implicancias para la doctrina de empleo del poder naval

El ataque aéreo en Somalia representa un punto de inflexión en el uso del poder naval estadounidense. Al permitir una operación de este calibre desde una única plataforma, la Armada refuerza su apuesta por la proyección rápida de fuerza desde el mar como herramienta central en conflictos de baja intensidad y amenazas asimétricas. Este modelo reduce la dependencia de despliegues terrestres prolongados y habilita una presencia flexible en escenarios distantes.

Como señaló recientemente Escenario Mundial, este tipo de acciones evidencia una transformación en la doctrina de empleo del poder aeronaval estadounidense, orientada a maximizar la letalidad embarcada y la respuesta inmediata ante focos de inestabilidad.

El USS Truman regresó a su base en Norfolk, Virginia, a mediados de mayo, cerrando una campaña que consolidó su rol como activo crítico en la arquitectura de seguridad marítima de Estados Unidos.

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Equipo de redacción de El Estratégico

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