El gobierno de Alemania, encabezado por el canciller Friedrich Merz, ha manifestado su respaldo a la propuesta de la Comisión Europea de incluir a los gasoductos Nord Stream dentro del nuevo paquete de sanciones contra Rusia.

Según fuentes cercanas al Ejecutivo alemán, el canciller Merz considera que incluir el proyecto Nord Stream en el régimen de sanciones permitiría “europeizar” su futuro, trasladando la responsabilidad política del bloqueo al conjunto de la Unión Europea y evitando una confrontación bilateral entre Berlín y sus socios o adversarios.
La medida también apunta a cerrar cualquier margen para un debate interno sobre las posibles ventajas económicas de restablecer el flujo energético desde Rusia, especialmente en un contexto de estancamiento económico y alza sostenida de los precios de la energía.
Un símbolo de la vieja dependencia energética
Los gasoductos Nord Stream, en particular Nord Stream 2, fueron promovidos bajo el mandato del excanciller Gerhard Schröder y simbolizaron durante años los estrechos lazos económicos entre Alemania y Rusia. Su paralización tras las explosiones de 2022, que inutilizaron tres de los cuatro ductos, marcó un punto de inflexión en la política energética europea tras la invasión rusa de Ucrania.
No obstante, informes publicados por Financial Times en marzo de 2025 revelaron que figuras próximas tanto al Kremlin como a la administración estadounidense habrían evaluado la posibilidad de reactivar la infraestructura.

Entre los actores involucrados figuraba Matthias Warnig, exagente de la Stasi y estrecho colaborador de Vladímir Putin, quien habría explorado junto a inversores estadounidenses una eventual reanudación del proyecto aprovechando el interés del presidente Donald Trump por un acercamiento económico con Moscú. Estas revelaciones aceleraron los contactos entre Berlín y Bruselas para incorporar a Nord Stream dentro del nuevo paquete de sanciones comunitarias, actualmente en fase de negociación entre los Estados miembros.
Un debate interno en tensión
Pese al respaldo del gobierno federal, el debate interno en Alemania continúa abierto, una encuesta reciente de Forsa indicó que un 49% de los ciudadanos de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, estado donde se encuentra la terminal de Lubmin, se mostró favorable a reactivar las importaciones de gas ruso.
Incluso dentro de la coalición gubernamental persisten voces disonantes, como la de Michael Kretschmer, líder de la CDU en Sajonia, calificó de “obsoletas” las sanciones contra Rusia, aduciendo que ya no se condicen con la actitud reciente de Washington.

Frente a estas divergencias, la estrategia del canciller Merz consiste en consolidar una postura común con Bruselas, trasladando el eje de la discusión al plano comunitario. Según funcionarios citados por medios alemanes, la coordinación con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha sido clave para avanzar con la iniciativa, que deberá ser adoptada por unanimidad de los Estados miembros.
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