El pasado lunes, el gobierno de Estados Unidos anunció que ofrecía una recompensa de hasta 10 millones de dólares para cualquier información sobre actividades terroristas del grupo Hezbolá en la Triple Frontera. La medida, que se imparte en la región compartida por Argentina, Brasil y Paraguay, fue impulsada por el Departamento de Estado con el objetivo de desmantelar los mecanismos de financiamiento del grupo.

Según Washington, Hezbolá genera mil millones de dólares anuales a través de diversas actividades ilícitas. Puntualmente, los ingresos se obtienen del lavado de dinero, narcotráfico, contrabando de carbón y petróleo, comercio ilícito de diamantes, falsificación de documentos, y otro tipo de actividades comerciales legítimas en América Latina, como la construcción, importación y exportación de bienes raíces.
La recompensa estadounidense
El programa Recompensa por Justicia, administrado por el Servicio de Seguridad Diplomática estadounidense., solicita información que conduzca a la identificación de donantes, facilitadores financieros, instituciones bancarias, empresas fachada y esquemas criminales que beneficien económicamente a Hezbolá.

Concretamente, Estados Unidos ofrece recompensa por información que conduzca a la identificación e interrupción de:
1. Una fuente de ingresos para Hezbollah o sus principales mecanismos de facilitación financiera.
2. Donantes o facilitadores financieros de Hezbollah.
3. Instituciones financieras o casas de cambio que faciliten las transacciones de Hezbollah.
4. Empresas o inversiones que sean propiedad de Hezbollah o de sus facilitadores financieros o estén bajo su control.
5. Empresas fachada dedicadas a la adquisición internacional de tecnología de doble uso en nombre de Hezbollah.
6. Planes criminales en los que participan miembros y simpatizantes de Hezbollah, que benefician económicamente a la organización.
Un conflicto que se repite en una región estratégica
La Triple Frontera no es ajena a este tipo de acusaciones. Desde hace décadas, la región ha sido señalada como un centro de operaciones financieras para grupos extremistas islámicos, incluyendo Hezbolá y Hamás. En 2003, el informe “Patterns of Global Terrorism” del Departamento de Estado ya advertía sobre la presencia de redes de financiamiento en la zona, aunque nunca se logró comprobar la existencia de células de Al Qaeda.
Además de su importancia geopolítica, la Triple Frontera es una región rica en recursos naturales, ubicada cerca de los pulmones del mundo y en medio de más del 40% del agua dulce del planeta. Se destaca el Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua subterránea del mundo, con un volumen estimado de 50.000 kilómetros cúbicos. Su ubicación estratégica ha sido motivo de interés para diversas potencias internacionales, incluyendo Estados Unidos.

Joseph Cofer Black, exjefe de la lucha contra el terrorismo durante el gobierno de George W. Bush, afirmó que la Triple Frontera ha sido utilizada como un conducto financiero para el envío de fondos a Hamas y Hezbollah. En su momento, sostenía que la región era “muy importante” para los terroristas de Al Qaeda, citando hallazgos de carteles de las Cataratas del Iguazú en allanamientos realizados en Afganistán.
El analista Luciano Hernán Escobar ya advertía en 2004 que, más allá de la lucha contra el terrorismo, Washington tiene un fuerte interés geoestratégico en la región, especialmente por el control de sus abundantes recursos naturales. Por estas razones, el debate sobre los verdaderos intereses detrás de estas acciones sigue abierto.
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