Acorde ha sido deslizado recientemente por autoridades de la Fuerza Aérea de EE.UU., la institución estaría inclinada a revisar su estrategia de despliegue de sus futuros misiles balísticos intercontinentales Sentinel, considerando que los planes originales de emplear los silos de las instalaciones de lanzamiento actualmente construidas no serían la mejor opción para su almacenamiento. De ser así, la decisión implicaría no sólo un importante desafío para llevar a cabo la construcción de nuevas instalaciones, sino que también, un considerable aumento de costes asociados para un programa que ya había infringido con creces los limites presupuestarios iniciales.
Cabe recordar en ese sentido, que la institución planeaba llevar a cabo un ambicioso programa de renovación para un total de 450 silos que a día de hoy se emplean para el despliegue de los misiles Minuteman III, pero que a medida que el programa avanza, no parecen ser aptos para alojar a los futuros misiles Sentinel. Puesto en palabras del general de la Fuerza Aérea Thomas Bussiere: “Parte de los requisitos originales, cuando se inició este programa hace diez años, era reutilizar los silos de los misiles en las instalaciones de lanzamiento. Se creía que eso sería más eficiente, más rentable y más rápido. Sorprendentemente, si lo analizamos, puede que esa no sea la solución.”

La cuestión no es en absoluto un tema menor, considerando que parte de la decisión tomada por el Congreso para continuar con el programa Sentinel a pesar de la violación de las regulaciones establecidas por la Ley Nunn-McCurdy, se debe atribuir a la reducción de costos previstas en caso de llevar a cabo la mencionada renovación de silos. En esa línea, la Fuerza Aérea de EE.UU. ya había manifestado aumentos de costes unitarios por misil superiores al 25% de variación respecto del presupuesto de adquisición estipulado por ley, por lo que sumar la inversión necesaria para nuevos silos podría representar un gran peligro para la continuidad del programa.
Ampliando en detalles sobre el mismo, medios especializados recogen la intención de la Fuerza Aérea estadounidense consistía en adquirir un total de 634 misiles Sentinel, a los que han de sumarse otros 25 ejemplares para llevar a cabo pruebas. De este número, se estima que unos 400 ejemplares serían desplegados en diversos puntos del país, principalmente dentro de lo que se conoce como las Grandes Llanuras; región del centro del territorio continental de los EE.UU. que comprende aquellos territorios desde Colorado hasta Dakota del Norte.

Por otra parte, repasando en términos simples a qué se debe el aumento de costes antes mencionado, el general Bussiere detalló que el despliegue de los sistemas Sentinel cuenta con un total de cuatro partes: las instalaciones, el misil, los equipos de apoyo y las ojivas con las que serán equipados. Los problemas se centran en la primera de ellas, nucleando gran parte del sobrecoste estimado en un 81% en relación a los valores previstos en el programa; que acorde a estimaciones se suma a los esfuerzos de renovación de capacidades nucleares que costarán unos 946 mil millones de dólares para ser completado. En suma, con los diversos procesos de revisión descritos, la fuerza no logrará cumplir con el cronograma estipulado en sus planes, los cuáles fijaban al año 2029 como el punto donde debería lograrse la capacidad operativa inicial.
Finalmente, ha de mencionarse que mientras estas cuestiones se resuelven, los EE.UU. deberán seguir invirtiendo importantes cantidades de recursos en sus actuales misiles Minuteman III a fines de sostener sus capacidades de disuasión nuclear. Al respecto, el general Bussiere afirmó: “A medida que hacemos la transición del Minuteman III al Sentinel (…) debemos mantener un número mínimo de misiles balísticos intercontinentales en alerta para todo el país. Y será una combinación armoniosa entre operaciones, mantenimiento, adquisición y, ya saben, un grupo de socios que forman parte de este programa para asegurarnos de que todo salga bien.“
*Imágenes empleadas a modo ilustrativo
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