El ministro de Economía, Luis Caputo, abrió la 31ª Conferencia Industrial de la Unión Industrial Argentina (UIA) en un clima de fuerte inquietud por la actividad productiva, la caída del mercado interno y la aceleración de las importaciones. Frente a un auditorio expectante, el funcionario intentó instalar un mensaje optimista: “Argentina entra en una etapa inédita de estabilidad y generación de dólares”.

Tal y como hemos advertido anteriormente en El Estratégico, la Argentina es uno de los países del mundo con más desindustrialización en los últimos 50 años. A inicios de la década de 1970, el PBI industrial argentino era, incluso, mayor al de China; hoy, constituye uno de los países con mayor desindustrialización del mundo, producto de un conjunto de factores.
Sin embargo, según Caputo, el país está transitando “el primer orden macroeconómico logrado sin crisis”, tras 20 meses de ajustes fiscales, reformas y control de gasto público. El ministro sostuvo que octubre fue “la prueba de fuego” del plan económico, señalando la inflación del 2,3% como evidencia de la “solidez” del programa.
Recesión industrial y presión importadora
La apertura de Caputo ocurrió mientras la industria enfrenta uno de los períodos más complejos desde 2020. Con niveles de utilización de capacidad instalada en retroceso y fábricas operando por debajo de la mitad, los empresarios llegaron a la conferencia con la expectativa de definiciones concretas sobre reglas laborales, tributarias y del régimen cambiario.
La preocupación central es el aumento de las importaciones. En un esquema de mayor apertura comercial, industriales de sectores sensibles —textil, calzado, metalmecánica, químicos y autopartes— advierten por un escenario asimétrico frente a competidores de Brasil, China y EE.UU. La UIA insiste en “nivelar la cancha” para evitar cierres y pérdida de empleo.

En paralelo, otro de los puntos más relevantes de su exposición fue la proyección de ingresos futuros por exportaciones. Caputo afirmó que la economía argentina está “a las puertas de un shock histórico de dólares” gracias a las inversiones en energía y minería, lideradas por Vaca Muerta, litio y proyectos de GNL.
Según sus estimaciones, para 2030-2031 el país podría alcanzar entre USD 48.000 y USD 57.000 millones de superávit comercial, duplicando la tradicional contribución del agro. El ministro remarcó que, al eliminar retenciones y ampliar la capacidad exportadora, “la Argentina puede convertirse en un generador masivo de divisas”.
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