La decisión de Patricia Bullrich y Luis Petri de encabezar las listas electorales de La Libertad Avanza en la Ciudad de Buenos Aires y Mendoza, respectivamente, dejó al descubierto un interrogante clave en el tablero político y estratégico del oficialismo: quiénes ocuparán los ministerios de Seguridad y Defensa en caso de que ambos dejen sus cargos. Se trata de dos carteras sensibles para el gobierno de Javier Milei, no solo por su impacto en la agenda pública, sino también por su peso en la proyección de poder hacia las Fuerzas Armadas y las fuerzas federales.
Bullrich deja una marca registrada en seguridad
La salida de Patricia Bullrich era un movimiento esperado. Con alto nivel de conocimiento público y un posicionamiento sólido en la Ciudad, la ministra fue elegida como candidata al Senado, donde podría convertirse en presidente provisional de la Cámara Alta. Su eventual rol parlamentario la colocaría en la línea de sucesión presidencial, reforzando su centralidad política en el espacio libertario.

Dentro del Gobierno se evalúa que la “marca Bullrich” en Seguridad —basada en la acción directa de las fuerzas federales contra el narcotráfico y en la creación de la Agencia Federal de Emergencias— debe sostenerse en la etapa de transición. Algunas fuentes afirman que la ministra impulsa a su segunda, Alejandra Monteoliva, como sucesora natural. Sin embargo, en la Casa Rosada no descartan la llegada de un reemplazo externo para evitar que Bullrich conserve influencia simultánea desde el Senado y desde su antigua cartera, lo que generaría un escenario de “doble comando”.
Defensa sin heredero claro
La candidatura de Luis Petri tomó por sorpresa a gran parte del oficialismo. Tal como anticipó El Estratégico postulado como cabeza de lista a Diputados Nacionales por Mendoza, el ministro de Defensa no deja un sucesor evidente dentro de la cartera. Su salida abre un abanico de especulaciones: desde la posibilidad de nombrar a un interino dentro de la estructura, hasta la opción de un relevo político que refuerce la representación de los aliados en el gabinete.

Algunos sectores impulsan un reemplazo con mayor peso político, lo que enviaría una señal de fortalecimiento interno hacia la coalición oficialista.
Fusiones y rediseño del gabinete
Desde la Casa Rosada no descartan un rediseño más amplio tras las elecciones de octubre. Una hipótesis que circula es la fusión de Seguridad con Defensa o con Justicia, como parte de un plan de reestructuración ministerial para la segunda mitad del mandato. Si bien se trata de una posibilidad abierta, la medida implicaría un desafío de gobernanza: las cadenas de mando, las estructuras normativas y las culturas institucionales de las fuerzas armadas y las fuerzas de seguridad responden a lógicas distintas. Una integración apresurada podría generar tensiones más que sinergias.

Tiempos políticos y definiciones pendientes
La confirmación de candidaturas indica que los cambios se resolverán recién después del 26 de octubre, con la mirada puesta en el 10 de diciembre, fecha clave de recambio institucional. Hasta entonces, se especula que Bullrich y Petri seguirán en funciones, aunque con el foco dividido entre gestión y campaña. El oficialismo buscará evitar vacíos de poder que puedan impactar en dos áreas estratégicas para la gobernabilidad.
En el Senado, Bullrich podría transformarse en una de las figuras centrales del oficialismo, desplazando a la vicepresidenta Victoria Villarruel como referencia en la Cámara Alta. En Mendoza, la apuesta sobre Petri apunta a consolidar el peso territorial libertario en alianza con sectores del radicalismo. Ambos movimientos redefinen el equilibrio político dentro del gabinete y obligan a Milei a barajar nuevos nombres en áreas sensibles.
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