El negocio del internet satelital pega un salto en la Argentina y tiene un protagonista claro: el campo y las zonas alejadas de las grandes ciudades, gracias a Starlink. Pozos petroleros, yacimientos en Vaca Muerta, tambos, feedlots, acopios y campos agrícolas empiezan a colgarse de constelaciones de satélites de órbita baja para resolver el problema histórico de trabajar sin señal.

Movistar Empresas acaba de relanzar Movistar Link, su servicio de conectividad satelital basado en la red de Starlink, que ya cuenta con más de 6.750 satélites en órbita. Sólo en lo que va del año, este producto creció 251% y la proyección interna es cerrar 2025 con un salto del 360% respecto de enero. Más de la mitad de los servicios activos se concentran en la Patagonia, que ya explica 57% de las conexiones.
Del generador y la radio VHF al Zoom desde el pozo
El cambio se nota en casos concretos. Rakiduamn SRL, empresa rionegrina que da soporte tecnológico a energía y minería en Vaca Muerta, venía trabajando con sistemas satelitales viejos: poca capacidad, cortes constantes y ajustes manuales. “En petróleo necesitás una cobertura total. La conectividad era nuestra principal traba”, admitió su director ejecutivo, el ingeniero Luis Aiassa.

Esta iniciativa permitió que se habilitara el envío constante de datos de operación desde el pozo o la traza, se redujeran tiempos muertos, y que las videollamadas reemplazaran buena parte de las visitas técnicas. En el campo ocurre algo similar, donde monitores de riego, estaciones meteorológicas, datos de maquinaria, trazabilidad de ganado y operaciones financieras dependen de una conexión que muchas veces no existe.
Servicios como Movistar Link se enmarcan en una ola global. Según Markets And Markets, el mercado mundial de internet satelital podría mover US$ 33.440 millones en 2030. En Argentina, Starlink ya vendió unas 15.000 antenas, muchas de ellas en zonas rurales y pequeños pueblos donde el satélite pasó de ser “plan B” a convertirse en el único acceso real a banda ancha.
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