El inicio del proyecto de cobre Taca Taca, en Salta, promete convertirse en el motor de una nueva etapa para la minería argentina. Con una inversión estimada en más de US$ 8.000 millones y su incorporación al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), el yacimiento —operado por First Quantum Minerals— representa una de las apuestas más ambiciosas del país en materia de minería metalífera.

El avance de Taca Taca no solo impulsa la producción de cobre, un mineral estratégico para la transición energética, sino que podría transformar el perfil productivo del norte argentino, reactivando a proveedores, generando miles de empleos y marcando un punto de inflexión tras un año de desaceleración en el sector.
Un proyecto clave para el norte argentino
Ubicado a más de 4.200 metros de altura en la Puna salteña, Taca Taca es considerado uno de los mayores depósitos de cobre no desarrollados del mundo, con reservas estimadas en más de 13 millones de toneladas de mineral contenido.
El yacimiento estaba a la espera de su aprobación ambiental definitiva, pero fuentes del sector confirmaron que el proyecto comenzará su fase preparatoria antes de 2026, con obras de infraestructura y contratación de servicios locales.

“Taca Taca puede modificar completamente el perfil productivo de Salta y devolverle ritmo al sector minero argentino”, afirmó Diego Pestaña, empresario salteño y titular de AGV y Falcón Servicios Mineros.
El impacto será directo sobre la red de proveedores, la demanda de maquinaria, transporte, insumos y mano de obra calificada, en un contexto donde las empresas locales venían operando con altos niveles de capacidad ociosa.
Efecto multiplicador sobre la cadena minera
La reactivación del cobre se produce tras un año difícil para la minería argentina, marcado por la caída del precio internacional del litio y la finalización de obras en proyectos como POSCO, Ganfeng Lithium y Eramine.
El avance de Taca Taca —junto con la ampliación de Rincón Litio de Rio Tinto— constituye una señal clara de reactivación. Según estimaciones de la Fundación Mediterránea, ambos proyectos podrían generar más de 10.000 empleos directos e indirectos y movilizar cerca de US$ 12.000 millones en inversión acumulada durante la próxima década.
“El efecto multiplicador será enorme, porque el cobre demanda infraestructura, energía y servicios de gran escala. Eso activa toda la cadena industrial”, señaló Pestaña.
El desafío logístico y la deuda de la infraestructura
Pese a las expectativas, el crecimiento de la minería en la Puna enfrenta un obstáculo estructural: la falta de infraestructura vial y energética. La Ruta Nacional 51, corredor clave entre Salta y el paso de Sico, sigue siendo el punto más crítico.
“Las rutas están deterioradas y el tránsito aumentó. La logística en ripio encarece cada viaje y pone en riesgo a los transportistas”, advirtió Pestaña.
El empresario propuso esquemas mixtos de financiamiento, combinando fondos privados y recuperación vía peaje, para acelerar las obras que llevan más de 15 años de anuncios sin ejecución. Un camino pavimentado, estimó, podría reducir más de US$ 700 por camión en costos logísticos y mejorar la competitividad exportadora.
Cobre: el nuevo eje de la transición energética
El cobre es uno de los metales más demandados a nivel global por su uso en tecnologías renovables, vehículos eléctricos y redes eléctricas inteligentes. El Banco Mundial proyecta que la demanda mundial de cobre se duplicará hacia 2035, y Argentina se encuentra en una posición estratégica para abastecer parte de esa demanda.

Actualmente, el país solo cuenta con una operación activa de cobre (Bajo de la Alumbrera, en cierre técnico), pero Taca Taca podría colocar nuevamente a Argentina en el mapa del cobre mundial, junto a proyectos como Josemaría (San Juan) y Los Azules (San Juan).
“Si Taca Taca avanza según lo previsto, Argentina pasará de ser un país litífero a convertirse también en un actor relevante del cobre global”, evaluó un analista de la consultora MiningLatam.
Impacto en empleo y proveedores locales
El arranque de obras civiles y la instalación de plantas de procesamiento implicarán una fuerte demanda de contratistas locales, maquinaria y personal técnico. Los proveedores salteños ya se preparan para una segunda ola de expansión, que podría equilibrar las pérdidas sufridas durante 2025. Pestaña advirtió, sin embargo, que la experiencia reciente demostró la necesidad de ordenar el esquema de contratación local:
“En los últimos años aparecieron UTE sin capacidad real para ejecutar los trabajos. Es clave que participen empresas con infraestructura, equipos y personal, no intermediarios”. En el corto plazo, se espera que las operaciones de Taca Taca también dinamicen la economía de pueblos puneños como Tolar Grande y San Antonio de los Cobres, ampliando los circuitos de servicios, transporte y consumo.
Una minería que apunta a madurar
El contraste con Chile sigue siendo evidente. Mientras el país vecino mantiene una industria minera más consolidada, Argentina busca acelerar su proceso de maduración con reglas claras, incentivos fiscales y un marco jurídico estable. “Chile tiene menores cargas impositivas y marcos más previsibles, pero Argentina fue competitiva en costos. Si logramos estabilidad y obras, podemos alcanzar ese nivel”, planteó Pestaña.
Con la llegada del RIGI y la participación de grandes actores internacionales, el 2026 podría marcar un punto de inflexión en la minería argentina, con el cobre como nuevo pilar de desarrollo regional.

Si Taca Taca logra avanzar sin demoras regulatorias, el país podría consolidar una red minera diversificada entre litio, cobre y oro, fortaleciendo su presencia en el mercado de minerales críticos. La clave, coinciden empresarios y analistas, será convertir los anuncios en obras concretas: caminos, energía, conectividad y una política sostenida de desarrollo local.
“Taca Taca puede ser el espejo de lo que viene: minería a gran escala, inversiones reales y empleo regional. Pero solo si el Estado y las empresas cumplen sus plazos”, concluyó Pestaña.
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