Argentina avanza hacia un punto de inflexión en su desarrollo energético. Con la expansión del gas no convencional de Vaca Muerta y el impulso de los proyectos de Gas Natural Licuado (GNL) en la Patagonia, el país se perfila para convertirse en un exportador estable de energía antes del final de la década.
En la última década, Vaca Muerta pasó de ser una promesa a consolidarse como el principal motor de la producción nacional, aportando más del 60% del gas argentino. La expansión de gasoductos y terminales portuarias permitirá sostener los proyectos de GNL liderados por YPF junto a socios privados, con inversiones que superan los USD 45.000 millones. Estas iniciativas proyectan una capacidad total de 28 millones de toneladas anuales, posicionando al país entre los mayores exportadores globales.
Infraestructura, industria y energía para el desarrollo
El impacto del GNL va más allá de las exportaciones: impulsa la industria petroquímica nacional mediante la valorización de líquidos derivados del gas, como etano y propano, que pueden transformarse en insumos industriales de alto valor. Este efecto multiplicador permitiría diversificar la economía, generar empleo calificado y fortalecer la cadena energética e industrial.
Si el país logra sostener la inversión y garantizar estabilidad regulatoria, Argentina podría alcanzar un superávit energético histórico hacia 2030, consolidando un nuevo modelo productivo basado en la integración entre energía, industria y tecnología.
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