La presencia de Hezbolá en América Latina, principalmente en la Triple Frontera, vuelve a ocupar el centro del debate en materia de seguridad regional. El especialista estadounidense Douglas Farah, experto en redes criminales transnacionales, sostuvo recientemente que Irán y Hezbolá “han tenido redes activas en la Argentina que no se han logrado desarticular” hasta el día de hoy.

Farah subraya un cambio clave en el contexto local: “Argentina ahora reconoce la amenaza de Irán, algo que durante muchos años, bajo los gobiernos anteriores de Kirchner, no reconocía”. Este giro en la percepción coincide con el alineamiento explícito del presidente Javier Milei con Israel, un factor que, según el experto, podría incrementar el interés de Irán y Hezbolá en atacar nuevamente al país.
Las advertencias también provienen de Israel. Cabe recordar que en septiembre del año pasado, el portavoz del Ejército, Roni Kaplan, confirmó que el grupo chiita mantiene operaciones activas en la Triple Frontera como plataforma para actividades ilícitas, incluyendo narcotráfico y lavado de dinero proveniente del Valle del Bekaa, en Líbano.
Redes persistentes y nueva cooperación geoestratégica – El rol de la Triple Frontera
Las redes montadas por Irán y Hezbolá en América Latina datan de los años 90 y, aunque su nivel de actividad varía según el contexto político y económico, nunca han sido completamente desmanteladas. Farah asegura que también están presentes en Brasil y Chile, dos países que, a su juicio, subestiman la amenaza iraní. En particular, menciona el caso de Brasil, donde existe una diáspora libanesa significativa y una relación abierta del gobierno de Lula con Teherán.
En paralelo, Irán y Rusia han reforzado sus lazos estratégicos con regímenes afines en la región. Farah identifica a Venezuela y Nicaragua como “ejes de cooperación” de esta alianza antioccidental, en los que existen bases militares conjuntas y capacidades de vigilancia avanzadas. Aunque Moscú difícilmente pueda brindar apoyo directo a Teherán debido a sus propios desafíos internos y la guerra en Ucrania, sí podría ofrecer cooperación económica y nuclear, una dimensión clave para el programa militar iraní.

En simultáneo, advirtió que el rol de la Triple Frontera como eje financiero de Hezbolá ha perdido algo de protagonismo, ya que el grupo ha adoptado una creciente capacidad para lavar dinero directamente en países aliados como Venezuela y Nicaragua. Destaca que el contrabando de cigarrillos y otras actividades ilícitas continúan siendo fuentes de financiamiento.
Por otra parte, enfatizó en una dimensión menos visible pero no menos relevante: el uso de medios de comunicación para influir en la narrativa informativa de América Latina. Utilizando a HispanTV y RT como ejemplos, sostuvo que se distorsiona la percepción sobre ataques en Medio Oriente y se refuerzan discursos favorables a los intereses de Irán y Rusia.
¿Argentina en la mira?
Consultado sobre si la Argentina se encuentra dentro del “campo de visión” de Hezbolá, Farah es tajante: sí. “Están establecidos desde hace tiempo”, subrayó.
El experto respondió que, con los antecedentes que tiene el país, es lógico que algo así suceda porque “están establecidos desde hace tiempo”. “Lo que ha cambiado en la Argentina es que ahora la Argentina reconoce la amenaza de Irán que durante muchos años no reconocieron, bajo los gobiernos anteriores”, enfatizó.

Asimismo, confirmó que el alineamiento expreso del presidente Javier Milei con Israel puede hacer crecer el riesgo de un mayor interés de Irán y Hezbolá por atacar a la Argentina, porque “siempre buscan golpear a los países que apoyan a Israel y que ellos ven como enemigos”.
En este contexto, el actual Gobierno de Javier Milei ha impulsado diversas medidas. Por un lado, el Ministerio de Seguridad Nacional aprobó el “Plan Guacurarí”, un operativo de control y vigilancia en la frontera, específicamente en Bernardo de Irigoyen y las localidades brasileñas de Dionisio Cerqueira y Barracão. También se anunció un nuevo acuerdo con Paraguay y Brasil para blindar la Triple Frontera como una actualización del Acuerdo Interministerial de Cooperación Policial del Comando Tripartito de la Triple Frontera.
Las distintas medidas comenzaron a implementarse luego de que Estados Unidos anunciara que ofrecía una recompensa de hasta 10 millones de dólares para cualquier información sobre actividades terroristas del grupo Hezbolá en la Triple Frontera.
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