Esta semana, Donald Trump confirmó que ya ha seleccionado un diseño para su escudo antimisiles Golden Dome. Sin embargo, pese a la innovadora noticia, el anuncio reabrió el debate sobre la militarización del espacio.
El Golden Dome costará US$ 175.000 millones. En térmisno generales es un concepto de una vasta red de satélites y armas en la órbita de la Tierra.
Es cierto que las potencias espaciales más grandes del mundo -Estados Unidos, Rusia y China- han puesto en órbita activos militares y de inteligencia desde la década de 1960, pero principalmente en secreto.
Pero ahora Trump parece estar cambiando las reglas de juego al anunciar públicamente un movimiento audaz hacia el espacio con tecnología costosa y no probada.
El concepto incluye misiles basados en el espacio que se lanzarían desde satélites en órbita para interceptar misiles convencionales y nucleares lanzados desde la Tierra.

Pekín y Moscú observan el Golden Dome
El problema es que el Golden Dome podría provocar que otros estados coloquen sistemas similares en el espacio o desarrollen armas más avanzadas para evadir el escudo antimisiles. Así, podría iniciar una carrera armamentista en el espacio.
Por ejemplo, un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino dijo que estaba “seriamente preocupado” por el proyecto. Además, instó a Washington a abandonar su desarrollo. También advirtió que tenía “fuertes implicaciones ofensivas” y aumentaba los riesgos de la militarización del espacio exterior y una carrera armamentista.
Por su parte, un portavoz del Kremlin dijo que el Golden Dome podría forzar conversaciones entre Moscú y Washington sobre el control de armas nucleares en el futuro previsible.
Según los expertos, el Golden Dome es una nueva versión de un esfuerzo de la era de la Guerra Fría, por parte de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) del ex presidente de EE.UU. Ronald Reagan, mejor conocido como el programa “Star Wars”.
SDI imaginó estacionar una constelación de misiles y poderosas armas láser en la órbita terrestre baja que podrían interceptar un misil nuclear balístico lanzado en cualquier lugar de la Tierra.
Pero la idea nunca llegó a buen término, principalmente debido a los obstáculos tecnológicos. Además, también influyeron el alto costo y las preocupaciones de que violaría un tratado de misiles antibalísticos que, desde entonces, ha sido abandonado.
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